No fue una sorpresa que el dirigente del PRI, Alito Moreno, empujara y posicionara a la Senadora Beatriz Paredes para luego sacrificarla. Sus acciones a lo largo de su carrera son del dominio público. En su favor se puede decir que es, por lo menos, congruente: utiliza el membrete del partido político para prebendas personalísimas. Al menos esa es la sensación que prevalece y el halo que él mismo ha permitido se construya a su alrededor.

¿Cuáles son los incentivos del dirigente del PRI para dinamitar la legitimidad del Frente? Es una pregunta que eventualmente los hechos podrían responder. Sin embargo, por ahora es una realidad que a nadie de la oposición le conviene ungir a una candidata presidencial por la vía de la violación flagrante de los acuerdos y las reglas que ellos mismos construyeron.

Es más, ni siquiera a Xóchitl Gálvez le favorecería, pues la consecuencia sería estar parada sobre una plataforma electoral de papel que no podría resistir el más mínimo embate del poder. Es paradójico: es el mismo Alito Moreno que atacó al saliente Gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, por bajar los brazos en la pasada contienda electoral, quien ahora pareciera estar abocado a hundir a la oposición. Diferentes formas, mismo resultado.